Los finales de curso siempre son movidos en cualquier centro. Este año, además de la carga habitual, hay que gestionar todos los cambios producidos por el Coronavirus y en Kurutziaga también se palpa el peso de los meses transcurridos. Hablamos con Gotzone Duñabeitia (Director Pedagógico) y Urko Rodriguez (Director Gerente).
Tendremos tiempo para retroceder y avanzar más tarde, pero, para empezar, ¿cuál es la situación actual en Kurutziaga?
En este momento nuestro objetivo es, dentro de lo posible, terminar bien el curso. El trabajo directo con el alumnado está a punto de finalizar, pero estamos con las tareas que requiere un final de curso: entrevistas, evaluaciones, planificación, etc. La Ley de Educación tiene unas obligaciones que debemos cumplir. Por otro lado, también queremos dar un final satisfactorio estando individualmente con las familias (si es posible de manera presencial).
Retrocedamos en el tiempo. La próxima semana se cumplirán tres meses desde que se acabaron las clases presenciales. ¿Cómo habéis llevado todo este tiempo de vuestras responsabilidades?
Dicho lo dicho en anteriores entrevistas, es muy difícil utilizar ahora otras palabras. Hay que reconocer que el proceso ha sido muy cambiante y confuso. Hemos tenido que gestionar la información día a día, tomar nuevas decisiones… A eso hay que añadirle la gran dimensión de la ikastola (número de alumnos/as y de trabajadores/as). Por lo tanto, nuestra labor, desde nuestra responsabilidad, ha sido dirigir la ikastola de una manera equilibrada.
“De forma equilibrada». ¿Qué queréis decir con eso?
Que también en esta situación de excepcionalidad, con todas sus dificultades, hemos estado sacando adelante nuestro Proyecto Educativo conjuntamente. Hemos actuado respetando la singularidad y diversidad de la situación. Basándonos en las necesidades y decisiones del profesorado, actuando como grupo y respetando nuestras formas de hacer. Es decir, tomando decisiones en los grupos de trabajo y haciendo una lectura de cada uno a su nivel, para poder sacar adelante el trabajo con los recursos con los que hemos contado.
Nuestra actitud siempre ha sido intentar mejorar. Nos hemos basado en eso. La cuestión no es sólo si hemos acertado o no, o si las decisiones adoptadas han gustado o no, sino que la oferta a nivel de cursos se ha basado en unos criterios pedagógicos adaptados a la edad, necesidades y legislación de los niños y niñas. Y lo hemos hecho utilizando las herramientas de trabajo que nos ofrecen los materiales didácticos que tenemos.
Hemos mencionado al profesorado y al alumnado. En esta situación también las familiashan adquirido un gran peso.
El profesorado ha tenido presente en todo momento el esfuerzo realizado por las familias y el difícil papel que les ha tocado desempeñar en esta situación. Esta variable siempre ha estado presente en las tareas propuestas. Se ha tenido en cuenta la conciliación de las familias, el aprendizaje básico y el ámbito emocional.
Este curso está a punto de finalizar pero: “¿Y en septiembre, qué?»
Imaginar la situación ela que nos vamos a encontrar en septiembre es muy difícil. Lo que tenemos claro es que, necesariamente, el punto de partida lo marcarán las directrices del Departamento de Sanidad y Educación, como ha ocurrido ahora. Por otro lado, tendremos que actuar dentro de los marcos que nos marcan legalmente desde el Departamento de Educación. Ese «qué» viene establecido. A nosotros/as nos corresponde reflexionar sobre “Cómo hacerlo”.
La noticia de hoy es que el Gobierno Vasco prevé iniciar el curso con normalidad en septiembre.
Las previsiones son previsiones. En lo que a nosotros respecta, y visto lo visto, debemos construir una arquitectura pedagógica que responda a ese equilibrio, presencial/no presencial, para responder adecuadamente a un hipotético confinamiento. Ahí está el reto.
Estamos dispuestos a poner en marcha la ikastola en condiciones normales, pero tendremos que añadir este nuevo elemento. Ahora tendremos que añadir una nueva dimensión a la ikastola (organización, servicios, respuesta educativa). Deberemos organizarnos teniendo en cuenta lo que hemos aprendido hasta ahora.
¿A qué os referís cuando habláis de «arquitectura pedagógica»?
En este caso, a los recursos y a la organización de la docencia no presencial. Habrá que construir plataformas digitales; reflexionar sobre cómo vamos a realizar las tutorías no presenciales… En definitiva, nosotros tenemos nuestro Proyecto Educativo pero el canal cambia. ¿Cómo podríamos garantizar nuestro proyecto en una nueva situación educativa? ¿Con qué recursos?
La futura línea de trabajo sería que en el curso siguiente, si se repetiera la misma situación, se garantizara la continuidad de la docencia y se minimizara el impacto de esta situación para la comunidad (alumnado, profesorado y familias).
En esta entrevista hemos ido retrocediendo y avanzando en el tiempo. Para finalizar, estaría bien volver al presente.
La conclusión que sacamos aquí y ahora es que de las situaciones de crisis también se aprende. El grupo de trabajo ha afrontado la situación y estamos donde estamos con el impulso del alumnado y de las familias. Sin conformarnos con le hecho, hay que reconocer que esta experiencia nos ha enseñado que tenemos qué mejorar y qué reforzar como centro.