El pasado lunes, 29 de junio, tuvo lugar en la ikastola el acto de despedida del alumnado y las familias del 4º de ESO. Lo cierto es que les ha tocado un curso de despedida especial: se quedaron sin viaje de estudios y tuvieron que hacer la despedida con máscaras.
Por nuestra parte, queremos agradecer al alumnado y a las familias su actitud y compromiso durante todos estos años y desearles lo mejor: ¡que tengáis una vida plena!
Abajo el texto leído por Oneka Etxegibel (alumna del 4º de ESO) en el acto de despedida.
«Todos estamos aquí por pura casualidad. Por casualidad nacimos en el 2004, y no por tanta casualidad nuestros padres decidieron llevarnos a la ikastola. Nos conocimos cuando teníamos alrededor de un año, y desde entonces pocos han sido los días que no nos hayamos visto.
Cuando llegamos, todo era jugar, echar la siesta, escuchar cuentos, ir a la clase de psicomotricidad, perdernos por la ikastola durante los recreos de la mañana y de la tarde, quejarnos porque había pure para comer…
Con el tiempo, eso fue cambiando, ¡Entramos en Primaria! El recreo de la tarde desapareció, de repente empezamos a estudiar matemáticas, a pasar más tiempo sentados… Pero seguíamos perdiéndonos en el viejo campo de arena, quedándonos hasta tarde en el jaialdi año tras año ( puff esque las doce…) Contemplando felices cómo Olentzero bajaba por la cuesta de Momotxo, esperando con emoción el bollito de chocolate que solía haber cada tres meses… Y así, poco a poco, los años fueron pasando, Baserri eskola, Arantza, Zuhatza… Hemos tenido tiempo de sobra para conocernos, enfadarnos, arreglarlo y volver a enfadarnos.
Al acabar 6º de Primaria, llegó el turno de entrar a la ESO. Hubo un par de cosas que cambiaron, pero nos adaptamos bien a las nuevas costumbres: Santo Tomás, los juegos del día del euskera, ¡ Y los días de horario continuo! Con el tiempo ha venido gente nueva, y al contrario, otros se han ido, pero una cosa no cambiaba: Venir cada día a la ikastola… hasta hace tres meses.
Quién nos hubiese dicho a nosotros que por una pandemia mundial haríamos nuestro último trimestre en la ikastola desde casa, y peor, ¡Que no tendríamos viaje de estudios! Sólo pensar que el día que nos mandaron a casa, muchos estábamos emocionados, sin saber, que ese día sería el último que pisaríamos la ikastola como estudiantes.
Seguro que todos, o la mayoría, hemos echado y echaremos de menos vernos la cara de dormidos los unos a los otros cada mañana en el pasillo, tener discusiones con los de tercero por el banco, o comernos casi todo el bizcocho entre gente del curso, por cierto, los de las dos últimas semanas, ¡Menudo negocio habéis hecho!
Pero bueno, no es un adiós drástico. La mayoría vamos a ir a ibaizabal, y los demás ¡Tampoco vais a desaparecer! ¡Nos veremos en la calle! Como ya he dicho, esto no es un adiós drástico, pero sí es un adiós a lo que conocíamos hasta ahora, al ambiente, a la rutina, y en una forma, a la vida cotidiana que conocíamos.
Y cómo no, los profesores, aunque en éste último año hayamos tenido algunos rifirrafes, creo que hablo en nombre de muchos cuando digo que dentro de unos años, al recordar la ikastola, os recordaremos con cariño. Gracias por habernos acompañado en este camino.
Por último, gracias a todos por los momentos que hemos vivido juntos. Nadie de nosotros sería la persona que es hoy, si no nos hubiésemos conocido. Si por casualidad no hubiéramos nacido en el 2004, y si no por tanta casualidad nuestros padres no hubiesen decidido traernos a la ikastola.
Y colorín colorado, éste cuento se ha acabado. Sevilla y Cádiz nos están esperando.»