Cuarenta años largos en Kurutziaga. Este curso escolar en el que la ikastola cumple su cincuenta aniversario será el último para Maite Arrizabalaga. Le recomendaron que disfrutara de él, y así lo está haciendo.
¿Cuándo entraste a trabajar en Kurutziaga?
Si no me equivoco era 1976. Después de finalizar los estudios de magisterio me fui un año a París. A la vuelta, creo que fue Andoni Barreña el que me dijo que en la ikastola necesitaban profesoras y me presenté.
¿Cómo era la Kurutziaga en aquellos tiempos?
El Chalet, el edificio que ahora es de educación infantil, y el frontón, ya estaban hechos. Yo empecé en el Chalet con niños/as de dos años. Las ikastolas fueron pioneras en ofertar aulas para niños/as de dos años. El objetivo era, sobre todo, que aquellos/as que no traían el euskera de casa tuvieran una inmersión lo más temprana posible.
¿Qué tal te fue en el aula de dos años?
¡Aquello era la guerra! Hay que tener en cuenta que en magisterio nos preparaban, básicamente, para educación primaria: lectura y escritura, y esas cosas. Apenas había precedentes para aulas de dos años a nivel de organización y actividades. Todavía me río cuando recuerdo lo que me dijo el director (Xabier Garagorri) cuando le comenté a ver qué tenía que hacer con aquellos/as niños/as: “¡Cierra la puerta con llave y aguanta!”.
Lo vuestro era autoformación.
Por un lado sí. Por otro, también tuvimos opciones de formación. Eramos un grupo docente muy joven y muy progresista. Recuerdo que fuimos a París para cinco días a conocer unas experiencias de educación infantil. Conocimos la escuela Decroly, una escuela con una pedagogía radicalmente distinta de la escuela nacional francesa. Se basaba en la experiencia y en el interés del niño o la niña, con muy poquitos medios. Creo que la idea de trabajar en txokos la trajimos de allí. Introdujimos agua, arena, pinturas… Eso que ahora se conoce como Periodo de Adaptación lo implantamos entonces en la ikastola. “¡¿Padres y madres en la ikastola?!” La gente se quedaba planchada.
¿Cómo era la relación con las familias?
Muy cercana. La ikastola era mucho más pequeña y éramos como una familia. A veces se daba el caso de que un alumno o alumna tenía problemas y te llamaba su familia, e igual ibas a su casa a las siete de la tarde ayudarle. Eran otros tiempos.
El material escolar lo creaba el profesorado.
En gran parte sí. Te hablo de tiempos anteriores a las fotocopiadoras. Utilizábamos vietnamitas para hacer el material escolar. Aparte del trabajo que suponía, tenía una pega que era que aquel era un material muy difícil de conservar y, a veces, se perdía de un curso para otro. Al fin y al cabo vivíamos al día, creando y testeando el material, todo a la vez. Teníamos grandes dosis de ilusión y muy pocas referencias.
También fuistéis pioneras en llevar la ikastola al pueblo.
En gran medida los carnavales (Ihauteriak) en Durango los recuperó la ikastola. Nos disfrazábamos y salíamos a la calle con los/as niños/as cuando nadie lo hacía. Recuperamos canciones y personajes, si no los había los creábamos… Hay que entender que veníamos de una educación franquista rígida y nosotras queríamos darle otra vuelta, tanto en forma como en contenidos. Queríamos conocer nuestro pueblo y darlo a conocer: su cultura, sus costumbres…
Hablamos de aquellos primeros años, pero más tarde también te tocó tomar otras responsabilidades…
Sí. Fui Jefa de Estudios durante unos seis años. Una tarea completamente diferente. Hay que abarcar la ikastola de un modo general y nunca sabes las sorpresas que te va a deparar el día a día, qué improvisto sucederá… Recuerdo que una vez nos llamaron un viernes por la tarde diciéndonos que teníamos que vacunar a todo el alumnado de un aula el sábado por la tarde. El sábado por la mañana en la ikastola llamando por teléfono a todas las familias: que si unos estaban camino a no sé dónde, los otros de fin de semana en otro lugar… ¡siempre había algo que hacer!
Cuando empezaste a trabajar en la ikastola, ¿te imaginabas que llegaría cumplir cincuenta años?
No pensábamos en eso. La palabra “Jubilación” no estaba en nuestro diccionario. De todos modos, me gustaría recalcar que entre las compañeras de trabajo siempre hemos tenido un ambiente de atención para con las demás, nos hemos cuidado las unas a las otras, y eso ha hecho todos estos años, con sus momentos difíciles, mucho más llevaderos. Me alegro porque veo muy bien a los profesionales jóvenes de ahora, con ganas de hacer cosas, felices… Eso es muy importante.