A la vuelta de los días cada vez más oscuros de otoño a invierno, se han producido ritos diferentes en toda Europa. También en el País Vasco. La muerte del año, la recolección de la cosecha, la memoria de los/as familiares fallecidos/as, nos pone en un ejercicio de cara al interior de la estación. Al mismo tiempo, la oscuridad y el tema de la muerte nos permiten jugar al miedo mutuo.
El nuestro es un pueblo que ha mantenido numerosos rituales. Pero otros muchos se han ido perdiendo a lo largo de los años, hasta el punto de casi perder hasta el conocimiento de lo que se hacía. En su afán por recuperar algunas de ellas y crear otras nuevas, varios pueblos han comenzado de nuevo a organizar las fiestas de los días oscuros del otoño: vaciar las calabazas, taparse la cara con los trapos viejos, infundir miedo… Itzalitako kalabazen berpiztea (2018) es un trabajo etnográfico en el que los antropólogos Jaime Altuna y Josu Ozaita analizan y recogen las nuevas celebraciones que se celebran al anochecer del 31 de octubre. Tal y como muestra el estudio, la Noche Negra (Gau Beltza) ya ha comenzado a organizarse desde el punto de vista local en algunas localidades. Durango es una de esas localidades. Teniendo en cuenta las antigüedades, queremos celebrar la Noche Negra aprovechando las posibilidades y el atractivo que nos brinda desde el punto de vista actual.
Berbaro euskara elkartea es la asociación que organiza la Noche Negra de Durango. Este año han ofrecido una charla en torno a la fiesta, y para el año que viene tomarán fuerzas. Mientras tanto, podemos llevar de la casa a la calle el espíritu actual de esta celebración, con las calabazas frescas bien preparadas… y sobre todo con ganas de disfrutar. Ejemplo de que las Noches Negras pueden pasar con ilusión.