Jaione Urionabarrenetxea. Coordinadora primer ciclo (0-3) de Educación Infantil.
La primera relación que se establece entre el niño o la niña y la ikastola se da durante el ciclo de 0 a 3 años en la mayoría de los casos. Ese periodo en el que por primera vez se encuentran el niño o la niña, la familia y el profesorado es conocido como el periodo de adaptación. Desde hace un par de cursos escolares en la Ikastola utilizamos otro término para entender y denominar dicho periodo: familiarización.
Lo que antes se conocía como periodo de adaptación ahora es periodo de familiarización. ¿Dónde reside la diferencia entre ambos conceptos?
Entendemos que el término de periodo de adaptación se refiere más a la idea del proceso que debe de seguir el niño o la niña para adaptarse a un contexto y unas condiciones preestablecidas. La familiarización, sin embargo, supone establecer lazos entre todas las personas que participamos en la educación del niño o la niña, una adaptación mutua. El objetivo es lograr una relación cercana y de confianza entre el niño o la niña, la familia y el equipo de educadoras .
Hasta ahora el niño o la niña era el centro de este proceso y, aunque lo sigue siendo, se podría decir que tanto las educadoras como las famlias comparten ese protagonismo con el niño o la niña. Al fin y al cabo son vivencias y emociones compartidas las que se dan en esa nueva relación.
¿Cúal es el proceso a seguir?
Ir conociéndonos poco a poco. La familia deberá de conocer la Ikastola, a otros adultos y otros modelos de establecer relaciones y prestar atención a sus niños y niñas.
Las educadoras por nuestra parte deberemos de mostrar cercanía y confianza para con las familias para que se puedan establecer unos lazos de confianza.
Y por último, en lo que al niño o a la niña se refiere, el objetivo es que desarrollen capacidades para establecer lazos afectivos significativos con las educadoras.
Cada niño o niña es un mundo…
Por supuesto. Por eso es tan importante que la primera vez que el niño o la niña acude a la Ikastola sea una experiencia positiva. Cada cual tiene su manera de ser y su ritmo propio y es lo que siempre trataremos de respetar. Tenemos que cuidar el contexto y, siempre con respuestas sensibles, crear condiciones para un apego seguro.
¿Dónde están las claves?
La primera de ellas es responder con sensibilidad y respeto a las necesidades más básicas del niño o la niña. Transmitirles tranquilidad, es lo que necesitan para sentirse seguros. Respeto por sus ritmos, ya sean de descanso, alimentación, atención individual… Si todos esos factores han de ser tenidos en cuenta durante todo el curso, lo son más aún en este periodo de familiarización.
El periodo de familiarización exige un gran esfuertzo a las familias, sobre todo a nivel de horarios.
Somos conscientes de que no resulta fácil compaginar el calendario laboral con el periodo de familiarización pero para el niño o la niña resulta esencial la presencia de la figura familiar adulta. El niño o la niña vive esto primeros días con gran nerviosismo. Mientras establece nuevos lazos y la situación se vuelve rutinaria, el niño o la niña pasa aleatoriamente por diferentes fases: llora, salta, se enfada… En todo ese proceso la referencia de la familia resulta indispensable.
Es también un periodo para que los adultos se familiaricen con la Ikastola, ¿no?
Sí, es una vivencia en ambos sentidos. Las educadoras nos damos cuenta de ello. Tratamos de que los adultos, padres, madres, abuelas, familiares que acuden a la Ikastola se sientan cómodos y atendidos ya que también ellos viven su propio proceso. Es una vivencia personal, digamos que, multicolor, pero que persigue un único objetivo: que su niño o niña se sienta atendida y querida.