Llegan los carnavales, y con ellos las costumbres, los bailes… y numerosos instrumentos que forman parte de la cultura vasca. Entre ellos la trikitixa y el pandero. Precisamente, un grupo que ofrecía los cursos de trikitixa y pandero durante varios años en un local de Durango, vino a las instalaciones de Kurutziaga a principios de curso con la intención de ofrecer clases fuera del horario lectivo. Ainhoa Bereikua, Mirari Azkune y Andere Astigarraga son las profesoras de estos cursos. Hemos hablado con Bereikua y Azkune.
¿Cómo llegaron hasta la ikastola?
Ainhoa Bereikua: Llevamos años ofreciendo estos cursos. Sin embargo, nos comunicaron que no cumplíamos con los requisitos necesarios para tener un local, así que empezamos a buscar sitio. Vino la pandemia y empezamos a dar clases online, hasta que llegó la oportunidad de la ikastola. Yo soy madre aquí, y se me ocurrió preguntar. La ikastola se nos mostró dispuesta a dejarnos las aulas desde el primer momento y tenemos que agradecer mucho a la gente de la dirección. Unai Zamalloa nos dio las llaves… y hasta hoy.
¿Ha influido la pandemia en vuestra actuación?
Mirari Azkune: Trabajamos en el antiguo local hasta marzo del curso 2019-2020; de marzo a junio sólo pudimos hacerlo online. El año pasado, yo seguí dando clase online. Además, Yo desde marzo de 2020 hasta hoy, por ejemplo, sólo he hecho una sola romería.
A.B.: En mi caso no se puede. Mirari enseña trikitixa y yo pandero. En mi caso es difícil, o es imposible dar clases en línea. Por la calle me preguntaban cuándo íbamos a empezar las clases y alguna vez nos reuníamos en el txoko de algún/a alumno/a. Pero otros grupos también quedaron colgados.
¿Cuántos/as alumnos/as sumaban antes de la pandemia?
M.A.: Formamos un bonito grupo de amigos/as y la mayoría eran mayores. Esa gente no va a ir a una escuela de música, así que nos íbamos a quedar colgados/as como dijo Ainhoa, y sé que cuando empezamos a dar clases online perdimos mucha gente. No se unían porque no se moldeaban de la tecnología o por lo que fuera, y esa gente perdida no la hemos recuperado. Perdí una docena de alumnos/as, y hoy en día Andere [Astigarraga] y yo tenemos 20 alumnos/as.
Bereikua: «En las clases utilizamos canciones de muchos grupos actuales para tocar la pandereta»
Azkune: «Aprender a tocar el pandero es más fácil que la trikitixa»
¿Cómo gestionáis las clases? ¿Cómo os organizáis?
M.A.: Yo les doy individualmente. Cada hora tengo tres personas, cada una entra en un aula y yo voy clase por clase, haciendo unos 20 minutos con cada una. Practican cuando no están conmigo. Cada una trae su triki. Y cada una tiene su metodología, yo les ayudo a avanzar en esas metodologías. La gente que viene hoy en día ya lleva tres años trabajando conmigo.
A.B.: En la pandereta tampoco hay alumnos/as nuevos/as, son los que llevan unos años de nosotros. Cuando vienen los/as nuevos/as, mezclo la gente que no sabe con la que sí. Los comienzos con cualquier instrumento son siempre los más aburridos, porque suelen ser repetitivos y monótonos. Ver cómo van y lo que hacen las personas con experiencia del entorno les ayuda mucho a los/as nuevos/as.
¿Qué es lo más difícil de enseñar?
M.A.: Lo difícil es sacar tiempo para practicar en casa. Pero diría que aprender a tocar la pandereta es más fácil, comparado con la trikitixa. La trikitixa tiene un repertorio más variado, el pandero quizá menos tipo de ritmo.
A.B.: Piensa, en las clases utilizamos canciones de muchos grupos actuales para tocar el pendero. No sé cuántos grupos he conocido: ETS, Mon Amour… El pandero tiene 3 ritmos. Lo más difícil es hacer los adornos adecuadamente y tener la capacidad de conectar que tienes que tener al público. El trikitilari tiene el trabajo de tocar y el panderojole de interactuar con el público.
¿Cuáles son vuestros objetivos como grupo?
A.B.: La cosa ha cambiado mucho antes de la pandemia y después. Antes íbamos a otros lugares: en San Antonio a Urkiola, en San Blas a Abadiño, en Zaldibar se celebraban comidas y también hacías contacto con otros grupos de trikitilaris y panderojoles de Bizkaia… Estábamos en la calle. Algunos incluso nos decían que éramos «pesados».
M.A.: Ahora sólo tenemos el objetivo de sobrevivir. A la gente que viene le debemos ofrecer clases, no dejarle sin ello.
¿Ven relevo? ¿O cómo ven lo de ahora en adelante?
A.B.: No vemos que venga gente después de nosotros. Yo tengo 51 años, y hay gente que ronda los 30, pero no hay nadie quienes les sigan. Hay un vacío ahí.
M.A.: Es muy difícil, en general los/as jóvenes tienen varias actividades extraescolares y siempre están en apuros con el tiempo. Y la trikitixa, por un lado, requiere tiempo y dedicación. Además, tiene un coste económico. Así que en ese aspecto está muy difícil.