Karmele Arruti. Profesora Kurutziaga Ikastola.
Dice el tango que veinte años no son nada, cuarenta, sin embargo, dan para mucho. Karmele es una más de esa generación de profesoras que ha visto como la ikastola crecía y se transfomaba. En diciembre le espera una más que merecida jubilación.
¿Cuándo entraste a trabajar en Kurutziaga Ikastola y qué recuerdo tienes de aquella ikastola?
Entré hace ya cuarenta años. Tenía veintiún años, mucha ilusión y poca experiencia. Empecé en el chalet con los niños y niñas de dos años, junto a mi compañera y amiga Maite Olea. Yo venía de Bilbao, era euskaldunberri y apenas conocía el Duranguesado. La ikastola me dio una oportunidad de vivir en euskara, muchas amigas y amigos y un trabajo que me gustaba.
¿Qué necesidades e ilusiones te encontraste en aquella ikastola?
La mayor parte del profesorado era muy joven y éramos progresistas y atrevidas. En comparación con el profesorado actual, ellas y ellos cuentan con mayor preparación teórica y tecnológica; nosotras, sin embargo, teníamos una ilusión y unas ganas tremendas de hacer cosas.
Por aquel entonces había muy poco libro de texto, y nos las apañábamos con pocos recursos materiales. Eso que ahora se considera como la última innovación, la pedagogía basada en proyectos, nosotras ya la utilizábamos aunque no le diéramos ese nombre.
Cada año íbamos a dos o tres cursos porque sentíamos la necesidad de formarnos como docentes. Ante la falta de material nos las apañábamos para crearlo.
Discutíamos mucho entre nosotras, y las decisiones las tomábamos entre todas. La idea era impulsar un aprendizaje activo que respetara el ritmo y los intereses de cada alumno y alumna. Queríamos que nuestro alumnado tuviera la capacidad y sintiera el deseo de vivir en euskara.
Los tiempos han cambiado y con ellos también la ikastola. ¿Qué cambios resaltarías?
Ante todo el tamaño. La ikastola ha crecido mucho y eso condiciona nuestras relaciones. Antes nos conocíamos todos y todas, alumnado, profesorado, familias… Hoy en día, incluso entre el profesorado, hay a quien solo conoces de vista.
Es cierto que en estos momentos contamos con muchos más recursos, y que podemos hacer mejor nuestro trabajo; pero me parece que es más difícil motivar al alumnado. De todos modos nuestra tarea sigue siendo la misma: provocar la curiosidad y el interés del alumnado.
Lo que sucede es que ahora cada profesor y profesora está más centrado en su clase, su ciclo o su etapa. Es positivo si nos referimos a que supone más tiempo para preparar las clases y conocer el alumnado, pero no debemos de olvidar el proyecto global de la ikastola.
La coordinación entre el profesorado ha sido y sigue siendo importante. Otro tanto de lo mismo sucede con la cooperación con las familias, ha sido y sigue siendo indispensable.
Puede que haya disminuido el apego hacia el proyecto de la ikastola. Hay más información pero menos participación.
Gracias a la experiencia y la formación llevada a cabo durante varios años el alumnado sale mejor preparado en varios campos.
En Hondarribia con la generación de 1974.
Los niños y niñas también han cambiado desde que tú empezaste…
La sociedad ha cambiado mucho: los valores, las relaciones dentro de la familia… Pero los niños y niñas son parecidos: tienen unas ganas tremendas de jugar y aprender. El trabajo del profesorado se debe de apoyar en estos dos pilares (el juego y la curiosidad) y en tratar de construir una convivencia sana entre todos y todas.
¿A qué te dedicas este curso escolar?
Soy profesora del programa de refuerzo lingüístico. Mi tarea consiste básicamente actuar como refuerzo con los y las alumnas recién llegadas. Hay que tener en cuenta que estos alumnos y alumnas llegan a menudo cuando el curso escolar está en marcha. Tanto las tareas como los objetivos son diferentes dependiendo de su nivel y su conocimiento. De todos modos, hemos comprobado que aquellos y aquellas que demuestran constancia acaban adquiriendo el euskara.
Aún sabiendo que es difícil elegir un único momento después de tantos años de trabajo, ¿hay alguno que recuerdas en especial?
Ha habido muchos momentos memorables. Aquella ilusión compartida de los inicios, la cooperación… También he pasado momentos duros, pero el balance es positivo. La ikastola ha sido mi oficio y mi afición. Y eso que he pasado por varias etapas y tareas: Educación Infantil, Primaria, ESO, dirección…
Te retiras, pero seguro que no te falta ocupación.
No creo que me aleje mucho de la ikastola. Traer y recoger a mi nieto y a mi nieta me mantendrá cerca y si se da el caso y puedo ayudar en algo, estaré dispuesta.