En el espacio familiar Plisti Plasta de Lizarra los padres y madres tienen la oportunidad de hacer públicos los temas que les preocupan: los conflictos, los problemas de sueño, el movimiento libre, la alimentación, las relaciones entre hermanos y hermanas, las limitaciones, los problemas en el sistema educativo, las
Es muy importante no hacer ninguna sentencia y al mismo tiempo respetar y tener en cuenta las opiniones de todos.
A veces nos acuden temas o preocupaciones que se dan en la sociedad; por ejemplo, es habitual que los de la Covid se sumen a la mesa: la vacuna sí o no, el uso del beso, lo que afecta a los niños, etc.
Hace unas semanas publicamos una cuenta aparecida en la prensa:
Regalar a los niños un reloj con GPS que les permita saber dónde están todo el tiempo.
En seguida surgieron argumentos a favor y en contra:
Esto daría seguridad; ¿no sería un exceso de control; puesto que mi hijo es muy movido, me daría tranquilidad; y si el marido te pusiera eso mismo a ti (a la pareja), ¿cómo te sentirías?;
Como decíamos, en todos los grupos sacamos el tema y fue curioso el debate generado. Por parte de los partidarios, a la hora de argumentar, hay una razón que se repetía en todos los grupos:
Si el niño es secuestrado, esto ayudaría mucho.
En este punto, les hacíamos la pregunta: ¿quién conoce que el caso de un secuestro no sea algún caso televisivo?
Nadie.
Esto nos llevó a otro tema:
Qué influencia tienen los medios de comunicación en nuestra percepción.
Las noticias sobre secuestros o desapariciones de niños en los medios de comunicación nos imponen la creencia de que estos son más probables de lo que realmente son. En cambio, los datos indican que cada vez se dan menos casos contra niños: los delitos de violencia, violación, secuestro han disminuido considerablemente en las últimas décadas.
Pero, como hemos dicho, escuchando o viendo la televisión u otros medios, parece lo contrario.
Además, mientras discutíamos, alguien lo mencionó: pero los secuestradores sabrán que los relojes tienen GPS, así que con quitarle el reloj al niño y tirárselo, se acabó saber dónde está el niño.
El debate dio para más:
¿Cómo enseñar a los niños a comportarse de forma responsable?
¿Se les ha enseñado a comportarse diligentemente sin darles libertad?
En este punto se extrajeron las vivencias de nuestra etapa infantil y juvenil:
Que una vez perdimos lo que hicimos; que nos decían mis padres acerca de las personas desconocidas;
Es curioso que todos tienen la sensación de que en nuestra infancia y juventud había una vivencia tribal: si necesitábamos algo recurríamos a conocidos del pueblo o del barrio; todos tenían el derecho o la posibilidad de educarse -para bien y para mal- y ahora nos cuesta muchísimo llamar la atención a otro niño, porque tememos oír a sus padres decir nada sobre quién eres tú a mi hijo.
Por consiguiente, para enseñar al hijo a comportarse diligentemente, hay que darle oportunidades, y entre éstas, la de equivocarse, porque aprendemos a equivocarnos.
Es cierto que, como padres, muchas veces nos cuesta muchísimo darnos esa libertad, porque el miedo – Tanto el que entra de fuera como el propio – Nos aprieta, y a veces, a la hora de apostar por esto, algún vecino o familiar nos trata como a un desahuciado.
Es importante, por tanto, ofrecer a los niños y niñas herramientas que les enseñen cómo actuar ante diferentes situaciones, pero siempre desde una perspectiva de libertad y confianza.
Estamos seguros de que todo esto será leído y argumentado a favor de llevar a los padres en el reloj GPS. Perfecto.
No es nuestro objetivo (en los núcleos familiares) decir si una u otra opinión está bien o mal – Si la sociedad le juzga bastante –. Lo mejor que podemos dar a la familia para que pueda desarrollar su papel de educadora es la dignidad, y para ello las sentencias y consejos metodológicos no ayudan nada.
Nuestro objetivo en los espacios familiares es fomentar la reflexión y empoderar el derecho a decidir teniendo en cuenta cuáles pueden ser las consecuencias a la hora de tomar sus propias decisiones.