Entrevista realizada por el semanario Anboto.
Erika Lagoma Pombar (Lesaka, 1981), profesora de Kurutziaga, y Estitxu Fernandez Maritxalar (Lesaka, 1975) recogen testimonios sobre la maternidad en el libro M ama* eme* ume*. Todas estas vivencias íntimas las han recogido con todas las matices a través de 13 testimonios. Leer el libro supone ponerse delante del espejo. Difícil, pero curativo, porque por encima de los obstáculos prima el amor y el empoderamiento.
Habéis realizado trece entrevistas. ¿Qué tipo de experiencia ha sido?
Estitxu Fernandez: Ha habido conversaciones muy profundas, terapéuticas. No eran como las habituales entrevistas periodísticas. Teníamos claro que queríamos las maternidades habituales porque la mayoría de las mujeres entramos ahí, pero también había que tocar los bordes. Dentro de estos perfiles hay madres únicas, madres separadas, lesbianas, que no son madres… No conocemos muy de cerca a las entrevistadas. Para nosotras ha sido una sorpresa, tanto como para los/as lectores/as, lo que hemos recibido de las entrevistadas. Cada entrevistada ha sido una Matriuska. Hemos ido sacando esas capas. Eso es bueno porque hemos ido sin prejuicios, sin ideas concretas.
Erika Lagoma: Hemos ido en busca de maternidades feministas, que cuestionan el sistema y buscan resquicios. Las entrevistadas coinciden en una cosa: se consideran feministas.
June Fernández dice en su prólogo que en la lucha de los derechos de las mujeres la maternidad es incómoda. ¿Estáis de acuerdo?
E.F.: Ha sido una relación conflictiva. Porque hubo que negarlo en su momento. Hubo un tiempo en que la maternidad era la cárcel. Era el destino natural de la mujer y sólo se realizaría a través de ella. Sólo a través de ella sería mujer. A merced del hombre, en silencio. Sin decir nada. El feminismo trabajó mucho negando esta situación. Ha sido la propia institución opresora de la maternidad la que se ha negado, pero también todas las vivencias de la maternidad. El camino que tomó el feminismo hegemónico fue negar. Entendiendo la maternidad como un obstáculo a la realización de todas las mujeres. O no ser madre, o delegar cuanto antes el cuidado de los/as niños/as para realizarlos profesionalmente en esta sociedad capitalista. Todavía el feminismo hegemónico se mueve un poco porque no se oyen las voces de las madres. La vivencia de la maternidad no tiene por qué ser asfixiante, es el sistema el que está totalmente de espaldas a la maternidad, y eso implica que la madre esté enferma de exigencia, que esté más impotente, pero no por la propia maternidad. Sin embargo, hay que subrayar que si alguien ha mirado y mira la maternidad, eso es feminismo.
E.L.: Creo que muchas mujeres decidimos ser madres y luego no sabemos muy bien cómo encajar eso con la idea de nuestro trabajo. Tenemos que ser maravillosas en todo. Según el momento de la maternidad es muy difícil estar para luchar porque no estamos en ello. Tenemos que encontrar espacios, y las madres que no tenemos niños/as tan pequeños/as deberíamos luchar solidariamente, tenemos que ocupar esa plaza. Oigamos lo que tenemos que contar, discutamos. Es urgente, además del debate, crear un movimiento, sin restar importancia al resto de luchas del feminismo.
En testimonios de perfiles muy diferentes muchas ideas, de una manera u otra, se repiten. Una de ellas es que se han sentido juzgadas.
E.F.: Se pueden sacar varias conclusiones, y una puede ser esa, la de sentirse juzgada. Si le das biberón eres juzgada, si le das pecho también. Los únicos a los que se les aplaude son los aitatxos. Se coge al/la bebé recién nacido/a en la mochila y se les pone la alfombra. Otra de las ideas es la necesidad de comunidad y red. Repensar cómo vivimos en familias nucleares pequeñas, en pisos pequeños, a dónde nos ha llevado el capitalismo, el productivismo, cómo ha desaparecido la granja…
E.L.: El empoderamiento también es un tema recurrente. Como ya explicamos en la presentación, la soledad se menciona muchas veces, pero hay mucho amor en el libro. Amor y empoderamiento. Hay sombras, pero también hay luces. Se repiten algunas ideas pero no son repetitivas. Cuántos cabos de hilo han salido formando los unos a los otros.
E.F.: Casi todas distinguían lo que es un/a niño/a recién nacido/a, pequeño/a o grande. Todos/as son vulnerables, pero lo que está más unido a la madre y al cuerpo de la madre y la época en la que hay que priorizar gira en torno a ese bebé recién nacido/a. También sentían que el sistema les ha dado la espalda, sistemas sanitarios, sistemas judiciales, sistemas educativos, ámbitos de trabajo…
Fernandez: «Hablamos de cuidar la maternidad porque hablamos de cuidar a los/as niños/as. Si queremos cuidar al/la niño/a tenemos que cuidar a la madre»
En los testimonios habéis relatado vivencias muy íntimas. ¿Por qué habéis tomado esta decisión?
E.L.: Estitxu ha hecho un gran trabajo. Han sido cuatro horas de conversaciones que hay que saber llevar y sostener. Ese trabajo lo ha hecho Estitxu, aunque yo esté presente. Se ha creado un clima de confianza y por eso han contado tantas cosas. Sus motivaciones ha sido contar sus historias a partir de esa confianza, seguramente no se lo han contado a nadie así. Y luego, que sea útil. Que mi historia sirva a otra persona para revisar la suya o para ser curativa en su camino.
E. F.: En las entrevistas se ha creado un clima de confianza entre las tres porque Erika también ha estado presente. En este sentido, destacaría su punto fuerte. Una vez realizadas todas las entrevistas, a pesar de que ambas hemos trabajado en el proceso de escritura, Erika ha guiado el molde de las narraciones. Están redactadas de forma sencilla, son rectas, sin dotación, pero también muy cuidadas. Los/as primeros/as lectores/as nos han dicho que los textos se asimilan muy bien.
También habéis recogido testimonios de dos hombres.
E.L.: Al principio eran once entrevistas, pero decidimos tener trece porque es un número incómodo. Entrevistar a dos hombres fue una cuestión meditada. Teníamos claro que queríamos que las madres hablaran y entre ellas que hubiera una que ha decidido no ser madre. Otra cosa que teníamos claro era que queríamos que los hombres también leyeran este libro. Se dicen muchas cosas que los hombres deben oír. En segundo lugar, es importante que aparezcan también voces de padres que viven su paternidad de forma responsable y consciente.
Habéis traído a las madres y a los niños al centro..
E.F.: Hablamos de maternidad, pero estamos hablando implícitamente de niños/as. Hablamos de cuidar la maternidad porque hablamos de cuidar a los/as niños/as. Si queremos cuidar al/la niño/a tenemos que cuidar a la madre. Claro, sobre todo en ese momento inicial estamos hablando de la maternidad biológica, porque el cuerpo de la madre está en el centro durante el embarazo, el parto y el post-parto largo. Ahí hay que priorizar a la madre para cuidar al/la niño/a. Y luego vienen los padres y las madres, porque después el cuerpo de la madre es menos central, pero estamos hablando de los derechos de los/as niños/as. Cuando hablamos de los derechos de las madres, si la maternidad aún no es libre, eso significa que los/as niños/as también están privados/as de derechos y no son sujetos políticos. Esto se ha visto bastante claro durante la pandemia y también aparece bastante claro en nuestro libro. Los/as niños/as son ciudadanos/as de segundo nivel y estamos luchando por los derechos de las madres y de los/as niños/as.
Lagoma: «Hemos ido en busca de maternidades feministas que cuestionan el sistema y buscan resquicios»
En el recorrido por la creación del libro, habéis contado con numerosos/as colaboradores/as.
E.L.: El prólogo lo ha hecho June Fernandez y para nosotras es muy importante, porque es un apartado que da integridad al libro y trabaja algunos puntos que no hemos trabajado tanto en las entrevistas, porque hemos querido centrarnos en las vivencias. La portada nos la ha hecho Ainara Lasa y para nosotras forma parte del libro. También hemos sentido muy cercano como editor a Xabier Mendiguren. También hemos contado con el apoyo de Alaine Agirre. Y claro, la gente de nuestra casa y la que nos sustenta a diario.
¿Qué relación tienen Erika y Estitxu entre sí para decidir escribir un libro recíprocamente?
E. L.: Nos conocemos desde hace mucho tiempo, y unas veces más cerca y otras más lejos, siempre hemos estado a la vuelta. Estitxu me conoce desde que nací. Luego nos hemos encontrado en el fútbol, en el bertsolarismo, en la danza, entre amigos/as… Hemos vuelto a encontrarnos, de una manera muy estrecha, en la maternidad. Estitxu vive en Donostia y yo en Durango, pero siempre hemos estado ahí cuando lo hemos necesitado. Tanto en momentos críticos como alentadores. Creo que también hemos compartido alegrías. Asimismo, cuando sentía el «no puedo más», llamaba a Estitxu. Siempre me encontré delante con una persona que me entendía y no me juzgaba. Me da fuelle para volver a poner las cosas en su sitio.
El punto de partida para escribir el libro fue la jornada feminista de Durango. ¿Qué os impulsó?
E.L.: Pensamos ir juntos a las jornadas feministas de Durango. No estábamos en una época especialmente alegre y fuerte. Le dije a Estitxu que fuéramos juntas. Nos encontramos con un cartel. Entre tantos talleres y tantas charlas había una sobre la maternidad. La asamblea se celebró en una pequeña sala. Cuando llegamos nos encontramos con un montón de mujeres que no podían entrar porque no había sitio. Nosotras pudimos entrar porque estaba ayudando en las redes sociales. Se oyó de todo allí. Había una gran necesidad de hablar, incluso de escuchar. Se oían muchas cosas, entre ellas la soledad, el fraude… Se habló sobre todo de que no conocemos las experiencias de las otras madres. Pensamos que podíamos hacer esto nosotras. Ahí surgió la semilla de este proyecto y lo aguantamos. Han sido dos años de trabajo.
E. F.: Aguantamos por la fuerza de Erika. Ella siempre me decía que esto lo teníamos que hacer las dos, juntas. En ese momento tenía un montón de cosas más. Necesitaba que fuera así, con ella sí. Ella ha dicho que en los momentos críticos he estado ahí, y lo mismo ella conmigo, a pesar de que las dos vivimos unas maternidades muy diferentes. Sentíamos que teníamos confianza entre las dos. Por el camino hemos visto que sí, que somos capaces de cuidarnos una a la otra. La premisa inicial fue esa, que nos cuidaríamos mutuamente y que lo haríamos desde el disfrute.