Kurutziaga lleva meses renovando su identidad visual. El proyecto, que tiene como objetivo responder a los nuevos retos en materia de comunicación, cuenta con la colaboración de la Agencia de Comunicación Sorland. Peru Arrasate es el coordinador del proyecto. Exalumno de la ikastola, conoce muy de cerca el carácter y los valores de Kurutziaga. Ya está fijada la fecha de estreno de la nueva marca: el 6 de marzo.
¿Qué proceso habéis seguido para trabajar nuestra imagen?
El logo es la estructura gráfica para identificar la marca. Un logo que tendrá toda una identidad visual para adaptarse a los soportes. Pero una marca es mucho más que eso y su creación-construcción requiere un trabajo profundo. Para empezar, hemos contextualizado Kurutziaga. A continuación, hemos tenido que hacer un análisis con entrevistas de grupo internas y externas. De estas conversaciones hemos extraído los puntos fuertes-débiles y las amenazas de oportunidad que tiene Kurutziaga. Definido el ámbito de trabajo para la comunicación, hemos pensado en la estrategia. El discurso, las ideas primarias y secundarias, la oferta de valores… todo esto se ha materializado en un nuevo logo e ilustración.
¿Cuál ha sido el discurso que ha inspirado este cambio? ¿Qué pretende transmitir la nueva imagen?
Kurutziaga Ikastola nació del pueblo, ofreciendo una educación en euskera para educar a su alumnado para el mundo de mañana. Para que cada alumno o alumna encuentre su identidad en ese camino. Y también para mantener nuestra identidad como pueblo. La ikastola ha querido trabajar desde su fundación un equilibrio que pretende promover el futuro de la persona y del colectivo. Y para ello nuestra marca cuenta con cuatro círculos que giran. Cuatro cabezas, una que pone en marcha a la siguiente creando de una manera orgánica un puzzle vivo: alumnado, padres y madres, profesorado y el pueblo son las cuatro ruedas necesarias para ponerlo en marcha. O planetas que circulan por la misma órbita. También le hemos abierto una ventana al futuro para potenciar el juego de imágenes.
Eres un antiguo alumno de la ikastola. ¿Ha sido un proyecto especial?
Crecí en la ikastola, aquí fortalecí mi lengua materna, mi carácter. La ikastola me enseñó a hacer amigos y a escuchar las reprimendas de los profesores y profesoras… He participado en este proyecto con la misma ilusión con la que pintaba en papel mis vivencias de vacaciones. He evocado recuerdos de mi infancia, junto a otros exalumnos que trabajan en Sorland. He tenido la oportunidad de trabajar con los profesionales que tuve como profesores y profesoras. He intentado devolver en este proyecto lo que me ha dado la ikastola. No me gustaría olvidar a las compañeras que me han ayudado en este camino. Algunos no estudiaron en Kurutziaga y eso ha ayudado a mejorar el trabajo. Maite Elías ha sido la que ha creado la imagen de marca, y Sara Matsutani la que ha estructurado toda la estrategia digital. ¡Gracias, a las dos!
Con la puesta en marcha del nuevo identidad visual el 6 de marzo, habrá que hacer este cambio en muchos soportes. ¿Qué dificultades conlleva eso?
El 6 de marzo conoceremos la nueva imagen, pero para llegar a todos los entresijos de esta gran casa
llevará más tiempo. Es un trabajo que hay que hacer con paciencia e ilusión. Quiero dejar claro que el cambio de logo es uno más de los trabajos del cambio discursivamente realizado por Kurutziaga Ikastola. Parte de un todo. El más bonito y el que más ilusión genera, quizá. Sin embargo, su implantación tiene más retos detrás que el cambio de imagen. Frenar el retroceso del euskera, hacer frente a la problemática demográfica, impulsar lo social y cooperativo, estar abierto al pueblo… Y todo esto mientras se cuida a diario el proyecto pedagógico preparando al alumnado para el mundo del futuro. Esto es lo que tenemos que defender.